22 noviembre, 2019

LA VIDA COMO TESTIMONIO REAL DEL CRISTIANO

LA VIDA COMO TESTIMONIO REAL DEL CRISTIANO

LA VIDA COMO TESTIMONIO REAL DEL CRISTIANO

Leamos en el libro de Apocalipsis 1: 1-20, Apocalipsis 2:1-7

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;18 y el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

En el segundo y tercer capítulo del Libro de Apocalipsis, el Señor estaba examinando a las siete Iglesias

Sus ojos que son como llamas de fuego, estaban mirando a la Iglesia, viendo el verdadero estado espiritual de ella.

Estaban buscando la presencia (o la falta de ella), de lo que, desde el punto de vista del Señor, sería la razón para que El conservara a esa Iglesia.

Él estaba mirando la vida espiritual de esas Iglesias, buscando aquello que justificaría que El la mantuviera como Iglesia.

La pregunta clave era ¿Podían ellos continuar siendo testigos de Él? ¿Podían ellos seguir siendo una Iglesia ante sus ojos?

Lo primero que debemos saber, es que nosotros llamamos Iglesia a cualquier cosa que El no llama Iglesia.

El asunto clave era si Dios iba a remover su presencia o no; si esa iglesia iba a quedarse en relación con El o no.

La clave para todas las iglesias era si ellos iban a continuar en una relación con Dios de acuerdo con Su propósito, su misión, o si iban a salirse de esa relación.

Así que este asunto concerniente a todo instrumento o Iglesia levantada por Dios en relación a Su propósito, es lo único que determina si Él debe mantenerla como Su instrumento.

Al leer estos versículos, es evidente que hay ciertas cosas en estas iglesias que le impiden conservarlas como Su instrumento.

En primer lugar, el hecho de que Dios originalmente levantó una Iglesia y que vino a la existencia por el Espíritu Santo, en sí mismo no justifica que Dios debe mantenerla.

Tampoco el hecho de que haya sido un instrumento grandemente usado por Dios justifica que Él la mantenga todavía como una Iglesia.

El hecho de que este instrumento tenga un gran registro de devoción a Dios, que Dios la haya levantado, que haya sido usada por Dios de una forma grande, que haya sido realmente una expresión de la gracia y el poder de Dios, no justifica para que la mantenga como una Iglesia.

quizás puedas pensar que, si Dios levantó un instrumento, si lo ha usado y bendecido y ha mostrado características de su gracia y de su misericordia, seguramente esto en sí mismo es suficiente para justificar que se mantenga.

Estamos hablando de la diferencia entre lo que Dios llama Iglesia y lo que el hombre llama Iglesia.

Están aquellos que fueron empezados por Dios, y eran verdaderas Iglesias, que a la vista de Dios ya no son más una Iglesia.

Así que al ver que estas cosas en sí mismas no las justifica para que continúen, entonces ¿Qué es lo que justifica a Dios para que Él preserve y continúe trabajando con este instrumento?

Para responder esta pregunta, tenemos que ver

¿Qué es lo que motivó a Dios el tener una Iglesia?

¿Por qué fue creada la Iglesia desde un principio?

Debemos ver esto para saber qué justifica que Dios la mantenga como Su instrumento.

Encontraremos todo lo que debemos saber al ver la descripción del instrumento en sí mismo.

En el pasaje que leímos se le llama el candelabro; esa es la Iglesia.

Nuestro conocimiento de la Palabra de Dios nos dará más luz acerca de lo que el candelabro significa.

En efecto, encontramos mucha ayuda en el Antiguo Testamento, porque, sea el candelabro en el tabernáculo, o el candelabro todo de oro que se encuentra en Zacarías 4, sabemos que ambos estaban representando la expresión viva del Espíritu Santo.

Donde quiera que encuentres el candelabro, no representa una cosa pasada, sino una expresión viva del Espíritu Santo, con Sus energías y Su luz obrando.

Así que miramos el candelabro que es todo de oro y recordamos el patrón de él:

las siete copas, los siete tubos, y el aceite que salía de olivos vivos.

El aceite era para proveer la luz, y todo esto es una completa ilustración de lo que vamos a decir.

Lo principal que debemos entender es que es algo vivo:

el profeta no nos dice que había tanques o reservorios, sino que había árboles ahí que estaban vivos, y el aceite siempre estaba manando de esos árboles, siempre fresco; siempre fluyendo y siendo vertido en el candelabro…

manteniendo una luz constante, que no se apaga, una luz que no mengua y no muere, sino siempre está mantenida a toda su potencia.

Entiende que estamos hablando de aquello que representa a Su iglesia, algo vivo, con una luz que no muere.

Es algo vivo, no sólo un tema; es el testimonio de una luz toda suficiente que no muere, que no es abstracta, que no es algo guardado, sino que está saliendo todo el tiempo de una fuente que no se agota, una luz gloriosa que está fluyendo a través de ella todo el tiempo.

Entonces esto nos muestra algo y es que: el hecho de que hayas sido lleno del Espíritu Santo en días pasados no es suficiente, tienes que ser lleno hoy;

es un fluir continuo de la vida, y eso es lo que vamos a llevar a los pueblos.

No es algo abstracto, es una realidad, y mientras esa luz esté encendida, es una constante declaración de la victoria sobre la muerte.

Eso es lo que somos, un testimonio de victoria sobre la muerte, y esa luz está viva en medio de la muerte que la rodea;

la muerte en todo tiempo busca apagar esa llama, pero la vida, el candelabro, está declarando a todo el mundo que la muerte no tiene poder sobre ella.

¿Qué es la única cosa que justifica que Dios mantenga a cualquier instrumento, para que Él continuamente la pueda llamar Su iglesia?

Vimos que no es que tenga una gran historia, ni que tenga una reputación,

sino que hoy la misma vida divina que no muere, que es un poderoso testimonio contra los poderes de la muerte, todavía está fluyendo, está viva.

En medio de toda la muerte, nosotros vivimos como un testimonio al mundo que Cristo vive en nosotros.

Esa es la justificación de Dios, y nada más nos justifica de ser llamados la Iglesia, sino que esta vida esté fluyendo continuamente de nosotros.

En relación a los siete candelabros de oro, hay una referencia a los siete espíritus de Dios y a Jesucristo el testigo fiel; así que Jesús está relacionado con los candelabros.

Los candelabros han sido llamados para ser una expresión continua de Jesús.

Aquellos candelabros de los cuales dijimos que son la Iglesia, deben ser en todo tiempo y en todo lugar un testimonio continuo de Cristo, de Él que es llamado el testigo fiel, El que Vive.

La Iglesia debe ser eso por medio del poder del Espíritu.

Cuando analizamos el estado de estas iglesias, vemos que todas habían sido levantadas por Dios; si lees los capítulos 2 y 3, había mucho ahí que El aprobaba:

habían sido fieles, hablaban la verdad, sabían quién era falso y quien no lo era.

Pero encontramos que en por lo menos 5 de esas 7 Iglesias, hay una variedad de elementos, cada uno de los cuales es una expresión de algo contrario a Dios;

había algo en esas iglesias que era una contradicción al Espíritu Santo, una contradicción al Espíritu de Vida que debía de manifestarse.

Cuando tal cosa se encuentra en el pueblo del Señor, eso es, dentro de la vasija misma, entones esto viene a constituir un elemento de muerte, y provee al diablo de un lugar donde puede entrar a este lugar santo.

Y el testimonio por la mayor parte inconscientemente, dentro del pueblo de Dios, viene a ser ineficaz.

Todas estas cosas contradicen el testimonio de Jesús y deben ser tratadas, o van a traer muerte,

y aunque continuamos siendo religiosos, el cielo no nos reconocerá como la Iglesia.

Así que siempre debemos de vigilar contra aquellas cosas que contradicen a esta Vida.

Satanás va a hacer cualquier cosa para conseguir un lugar de muerte dentro de la Iglesia, para que llegue a ser una contradicción, una mala representación de Dios porque su Hijo no es visto en ella ni a través de ella.

Quizás tiene un nombre, tiene buenas obras, aun puede tener muchas cosas que ni siquiera el Señor juzgaría, pero la cosa vital que va justificar que sea llamada la Iglesia y que la mantiene en relación con Dios, ha sido anulada

Aquello que era contrario a la vida, la ha convertido en algo que Dios nunca quiso que fuera.

No es una cuestión de si antes era bueno ni de si todavía sigue con éxito hoy en día, sino de esa cosa básica, esa cosa central, la razón por la que Él levantó esa Iglesia, la razón por la cual la tomo,

y eso fue que Jesús viviera en ella, y que el pueblo en donde esté esa Iglesia conozca que Dios levantó a Cristo de los muertos porque ellos ven a Cristo en nosotros.

Todos los que hemos nacido de Dios, hemos sido asidos por Dios para este propósito: para que el Señor Jesucristo pueda vivir en y a través de nosotros.

Dios nunca nos tomó solamente para ser salvos; nuestra salvación es algo básico e introductorio a algo mucho mayor.

A Dios le ha complacido revelar a su Hijo en nosotros, y si Él no puede revelar a Su Hijo a través tuyo, entonces tú no le eres de valor, pues sólo Cristo es importante para Él.

Así que Él nos ha asido con un propósito, que su Hijo pueda vivir en nosotros.

El Señor reúne a los suyos para formarlos en una vasija corporal para Su propósito divino, y el peligro constante, es que la cosa esencial para que Dios levantara a esa vasija se pierda, mientras las otras cosas permanecen.

Tú puedes continuar siendo religioso sin la vida; como los Corintios quizás tú hables en lenguas y has aprendido como profetizar, pero estás muerto,

Cristo no se ve en ti; lo único que se ve es una manifestación de ti mismo.

En la escritura que dice: “Convertíos de vuestros malos caminos,” (2 Cron. 7:14)

estos malos caminos son la carne, son el yo; debemos convertirnos para que Cristo pueda vivir.

Tenemos aquí el patrón de Dios para juzgar todo: la clave que hemos aprendido en este examinar de las Iglesias, es que el Señor trata con cada individuo o vasija a la luz de Su propósito, y no a la luz de su utilidad general.

Él nos examina a cada uno de nosotros individualmente y a la Iglesia colectivamente, con este único propósito: ¿Somos nosotros gente que expresa la luz?

No importa si hacemos cosas religiosas, ni si damos dinero inclusive; podemos hacer estas cosas, pero si esa luz no está ahí, entonces no somos la Iglesia.

Estos capítulos nunca hubieran sido escritos si el Señor hubiera tomado esta actitud: “Bueno, no están totalmente mal, hay algunas cosas de valor; seguramente yo debo de buscar las cosas buenas y apoyarlas.”

¿Por qué estamos diciendo esto?

porque nos llaman extremistas.

Dicen “¿Por qué no estás satisfecho con aquello que es recomendable, aquello que está cerca a lo que quizás debería de ser?”

Yo te digo porqué; porque la Palabra de Dios no lo permite;

Él no viene por una Iglesia que es casi como Él, Él vendrá por una Iglesia a través de la cual Su Hijo realmente vive.

No importa cuánto sacrifiques,

tú puedes dar tu cuerpo para ser quemado, puedes gastar el resto de tu vida en las misiones, enseñándo todas las doctrinas verdaderas de la Biblia, pero si la gente no ven a Jesús en ti, es mejor que no hagas nada, porque nada de lo que haces tiene valor a menos que esta luz sea real.

Cuando ves el propósito de Dios, cuando ves la razón por la cual Dios ha diseñado a la Iglesia, nunca vas a estar satisfecho con aquello que sólo tiene nombre, con aquello que sólo es bondad general.

Dios nunca le dijo a nadie, “haz lo mejor que puedas,” Dios ha dicho: “Andad en el Espíritu para que Cristo pueda vivir en la tierra.”

Esta es la Iglesia que queremos; no queremos una iglesia que es gobernada por gente carnal.

Queremos tener una iglesia a través de la cual Cristo vive, para que todos, al mirarnos, sepan que Dios levantó a Jesús de los muertos.

Una enseñanza como esta te llevará adelante con Dios, y puedes llamarla extremismo, puedes llamarla como quieras, pero la Palabra nos dice muy claramente que no importa que una vasija haya tenido un gran pasado o que Dios fue el que la trajo a la existencia, no importa que haya algunas cosas en ella que Dios pueda recomendar.

Ninguna de estas cosas en sí mismas son justificativos para que Dios la mantenga como Su vasija.

Él la va a tener que dejar a menos que esa vida fluya a través de ella…

aunque probablemente va a seguir funcionando a través de la organización humana.

Esta es la razón por la cual no debemos permitir que ningún sentimiento humano se interponga en lo que nosotros sabemos debe ser.

No debemos permitir que nuestras ideas humanas impidan a esa vasija de ser la vasija de Dios, porque no importa cuán organizado, sea cuanta gente tenga, o cuánto dinero sea dado, si esa Iglesia no le muestra a ese pueblo que Dios levantó a Jesús de los muertos, (y la única forma en que ellos pueden creer esto es que ellos vean a Jesús en ti y en mí) entonces no puede ser llamada la Iglesia; la Palabra es muy clara en este punto.

Entonces, ¿por qué la Iglesia fue levantada y por qué Dios la va a plantar en todo lugar?

No es sólo para poder dar un buen reporte, no sólo para decir que alguien ha empezado un centro de enseñanza.

Nunca fue el propósito de Dios tener una Iglesia general en la ciudad y luego tener una Iglesia especial dentro de ella, ese nunca ha sido Su propósito…

El plan de Dios nunca ha sido una masa general de creyentes y luego un pequeño grupo de personas dentro de ellos llamados más que vencedores.

La misma palabra “vencedor” declara que algo anda mal aquí; cuando la Biblia habla acerca del que venciere, implica que algunos han fracasado, porque cada hombre nacido de Dios debe ser vencedor.

El propósito de Dios para toda Su Iglesia, que quizás es sólo realizada por pocos, es que debe mantener el testimonio de la vida que ha conquistado la muerte, (es decir: el pecado el mundo la carne) y que va a conquistar la muerte hasta el fin.

Un hombre o una mujer que camina con Dios, si cae en adulterio, no ha mantenido el testimonio y ha muerto.

Pero nosotros debemos mantener el testimonio que esta es una vida que ha vencido la muerte.

Yo no tengo que pecar voluntariamente, yo puedo caminar con Dios y mantener el testimonio que yo tengo una vida que ha vencido a la muerte.

Fue por este propósito que Dios nos ha levantado, y es una cuestión de vida.

El testimonio de Jesús siempre está relacionado con el hecho de que fue levantado de la muerte.

Jesús vive por el poder que conquistó la muerte, (otra vez estamos hablando de Él como hombre). Él dijo: “Yo soy…el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo…tengo las llaves de la muerte y del Hades.”

La muerte no estaba en Su futuro, sino en Su pasado: “Yo he vencido la muerte, y porque Yo vivo ustedes pueden vivir.”

Vencer significa que yo demuestro todos los días que tengo una vida que ha vencido a la muerte; no doy lugar al diablo, sino que camino con Dios.

Él vive por el poder que ha conquistado la muerte, y debido a eso, Él es ahora la vida.

Y aquellos en el Nuevo Testamento que son aprobados como testigos de Jesús, no son sólo personas que hablan acerca de la verdad, sino que son personas que por su vida llevan el testimonio de la resurrección.

El testimonio de Jesús es que Dios le levantó de los muertos y que Él nunca más va a morir.

En el Antiguo Testamento cuando Dios quería hablar acerca de poder, decía: “El Dios que partió las aguas del mar Rojo,”

pero en el Nuevo Testamento cuando Dios quiere hablar de poder dice: “El Dios que levantó a Jesús de los muertos,”

y nosotros que somos Sus testigos, no sólo damos testimonio con nuestros labios, sino con lo que somos.

Y si todos caminamos en esta Vida, la gente no nos mirará, preguntándose si vamos a hacer alguna de estas cosas malas, porque nos verán cómo alguien que ha sido levantado de los muertos.

Así que todo el asunto se resuelve en el testimonio de la vida. No es principalmente un testimonio de la verdad, es un testimonio de la vida; cualquiera puede hablar acerca de la verdad y lo que dice puede ser correcto, pero si tú ves esta verdad en mí, ese es el testimonio que Jesús vive.

 ¿Está esa llama ardiendo como en el principio? ¿Está ardiendo en tu corazón?

 ¿Estás testificando que Jesús vive y es triunfador?

 ¿Está alumbrando en este lugar oscuro del mundo?

 El asunto de esta hora para la Iglesia es el asunto de vida o muerte en el sentido espiritual.

 ¿No estamos más y más experimentando el agotamiento de la vida y la energía, especialmente en cuanto a la oración?

 ¿Acaso no nos cuesta un esfuerzo orar? ¿Y no es un esfuerzo aún mayor llegar a Dios una vez que hemos empezado?

 Detrás de todo esto está el conflicto final de las edades; es un asunto espiritual de la vida o la muerte.

 Cuando lo que te impide orar es reconocido como este mundo tenebroso y oscuro viniendo en contra tuya que es la muerte tratando de vencer esa vida, entonces aprendes a resistir, porque sabes dónde está la guerra.

 Cuando hablamos acerca de guerra espiritual, no significa que vamos a echar los demonios de esas montañas; esta guerra es para una manifestación de la Vida.

 La guerra que es contra principados y potestades es para que esta Vida sea manifestada.

 Jesucristo va a volver por Su Iglesia, Él va a atar al diablo por mil años, pero hasta que llegue, el diablo va a estar corriendo por las montañas, y todo su esfuerzo va a ser para detener y frustrar la Vida, para mantenerla fuera, para que no sea manifestada.

Esta es la razón por la cual tienes que empezar y terminar el día con oración. Tu oración no deben ser sólo peticiones, sino que tiene que ser dirigida contra esos poderes que impiden que la Vida sea manifestada.

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